Hace ya más de una década desde que Steve Jobs dejó este mundo. Con apenas 56 años y víctima de un cáncer de páncreas, falleció en 2011. No obstante, tuvo tiempo en vida para ser uno de los personajes más ilustres de la historia tecnológica, siendo uno de los fundadores de Apple y trayendo revolucionarios dispositivos como el iPod o iPhone.
En el ámbito más íntimo, Jobs era también un tipo peculiar y con un carácter de lo más reflexivo. Una muestra es el email que se envió cuando ya sabía que estaba cerca de morir. No fue el último email enviado por Steve Jobs, pero sí uno de los más importantes debido a la lección que se daba a sí mismo y, a la postre, a todos los demás. Porque pese a su ingenio, al final era “un ser humano más”.
“Todo mi reconocimiento y riqueza no tienen sentido”
The Steve Jobs Archive es un proyecto creado hace ahora dos años por Laurene Powell Jobs, la viuda de Steve Jobs. Se trata de una web que, sin ánimo de lucro, pretende honrar la memoria del que fuese cofundador de Apple. Allí encontramos fotos y anécdotas inéditas.
Una de esas historias es la del email que Steve Jobs se envió a sí mismo en 2010, cuando aún quedaba un año para su fallecimiento. Él era consciente de la gravedad de su enfermedad, pese a los polémicos tratamientos a los que decidió exponerse. El caso es que en este email quiso darse a sí mismo una cura de humildad ante un mundo que ya por entonces llevaba décadas teniéndolo como una figura ilustre.
Este es un pequeño extracto de esos profundos pensamientos que Jobs se envió a sí mismo:
“En otros ojos, mi vida es la esencia del éxito, pero aparte del trabajo, tengo un poco de alegría, y al final la riqueza es sólo un hecho de la vida a la que estoy acostumbrado. En este momento, acostado en la cama, enfermo y recordando toda mi vida, me doy cuenta de que todo mi reconocimiento y riqueza que tengo no tiene sentido ante la muerte inminente.”
“Yo no inventé el transistor”
Tener los pies en la tierra implica, entre otras cosas, ser consciente de que ni tus mejores hazañas igualan a las de otros muchos. Quizás, en casos como el de Jobs, inventos como el iPhone sí tengan una enorme relevancia, aunque igualmente es clave no perder la humildad. Ante ello, Jobs escribía también lo siguiente:
“No inventé el transistor, el microprocesador, la programación orientada a objetos, o la mayor parte de la tecnología con la que trabajo. Amo y admiro a mi especie, viva y muerta, y dependo totalmente de ellas para mi vida y bienestar.”
En ese impulso por valorar todo lo que tiene alrededor y que forma su ser, continuó aquellas palabras con otras tantas:
“Cultivo muy poca de la comida que como, y de la poca que cultivo yo no produje ni perfeccioné las semillas. No tejo ninguna de las prendas que uso. Hablo un idioma que no inventé ni refiné. No descubrí las matemáticas que utilizo. Estoy protegido por libertades y leyes que no concebí ni ayudé a legislar, y yo tampoco me aseguro de su cumplimiento ni de su adjudicación. Me emociona la música que yo no compuse. Cuando necesité atención médica, no pude ayudarme a mí mismo a sobrevivir.”
Se desconoce si Steve Jobs se enviaba a menudo este tipo de reflexiones, pero sin duda este es un recuerdo que permanecerá por siempre y que a la postre nos invitan a cualquiera al pensamiento más profundo. En definitiva, a que tengamos los pies en la tierra al observar como incluso algunas de las personas más relevantes de nuestros tiempos trataron de hacer lo propio.
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La noticia
Steve Jobs se envió a si mismo un correo electrónico un año antes de morir. Su contenido es toda una muestra de humildad
fue publicada originalmente en
Applesfera
por
Álvaro García M.
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